La eutanasia por derecho

Abstract

Currently, there is much social debate on the topic of euthanasia. Apparently, this issue brings about the clash of two incompatible principles: respect toward life (not to kill) and respect toward individual freedom (assisting a person who requests to die due to suffering). The debate itself lies on such opposing sides. Those who are in favor of the gift of life are against euthanasia since they consider that what is most rational is for death to come when it may, and naturally. On the other hand, those in favor of euthanasia promote a legislation that will allow for the termination of one’s life under request, and even regulate its official practice. The discussions are quite controversial because behind facts are ethical-religious ideologies which hinder the serenity and clarity of the truth. The term euthanasia became popular in the XVII century and was widely used to name various types of tranquil and natural death. In the XIX century, the term was used to refer to all types of death allowed by or provoked on a patient. Euthanasia is classified as voluntary when it is the desire of the patient, and as involuntary when it is not his/her desire. It is considered active when the intention of the action is to ease the death of the patient, and passive when medication is no longer supplied or when artificial life is no longer provided. It is considered direct when death is provoked deliberately, and indirect when it is the secondary effect of an action. Involuntary, active, and direct euthanasia may cover up an assassination. From a legal and ethical standpoint, such practice is punishable. However, voluntary, passive, and indirect euthanasia has been tolerated and considered morally valid. Hence, this action has been on the verge of suicide, homicide, and euthanasia, concepts which will be explored profoundly later in the development of this work.

Actualmente hay un gran debate social acerca de la eutanasia, en el que aparentemente chocan dos principios incompatibles: el del respeto a la vida (no matar) y el del respeto a la libertad individual (auxiliar a morir a quien lo pide, a causa de su sufrimiento). En esta contradicción se enmarca el debate y quienes se inclinan por la bendición de la vida, se oponen a la eutanasia, considerando que lo más racional, es que la muerte llegue a su tiempo y de forma natural; mientras que los partidarios de la eutanasia, promueven una legislación que permita terminar con la vida de quien lo solicita, regulando incluso, la práctica oficial de la eutanasia. Las discusiones descienden en polémica, porque detrás de los hechos, están las ideologías ético-religiosas que impiden ver con serenidad y claridad la realidad. El término eutanasia se popularizó a partir del siglo XVII y se usó ampliamente para designar diversas formas de muerte tranquila y natural. En el siglo XIX, se refiere a todas las formas de muerte permitidas o provocadas en el paciente. Se clasifica la eutanasia en voluntaria, cuando es a petición del doliente e involuntaria, cuando no lo es; en activa, cuando se procura una acción a facilitar la muerte del doliente y pasiva, cuando se renuncia a seguir suministrando medicamentos o a prolongar artificialmente la vida; en directa, cuando deliberadamente se provoca la muerte e indirecta, cuando resulta efecto secundario de un acto. La eutanasia involuntaria, activa y directa, puede ocultar un asesinato. Desde el punto de vista de la ética y de la ley, esta práctica es condenable. En cambio, la voluntaria, pasiva e indirecta, ha sido tolerada y moralmente válida. De esta manera, esta acción ha estado en la frontera del suicidio, el homicidio y la eutanasia; conceptos en los que se profundizará posteriormente en el desarrollo del trabajo.