According to the philosophical thought of Karol Wojtyla, the person is an irreducible reality recognized as a "someone". Precisely, the fact that it is irreducible makes it possible for it to be given to us in experience and to be able for us to account for it. Action is the most specific dynamism through which the person manifests and performs as such. This realization is inseparable from morality. Only the person realizes himself as a person through morally good actions. As a working hypothesis, we ask ourselves: in what sense is the correlation between moral conscience and truth decisive in the realization of the person through action? The focus of this research is anthropological and ontological, therefore, this direction would be taken: in what way does the correlation between moral conscience and truth involve the ontological structures of the person in action: “man acts” and “happens in "? To address the above question, it is important to assume the following difficulty: how to account for the relationship of these structures within the person despite the fact that they are actualized in opposite directions? Through transcendence and integration -functions closely linked-, the person decides about himself and is morally perfected, being able to make his psychosomatic dynamism ("happen in") participate in the action. Therefore, in what sense does the correlation between moral conscience and truth guide the performance of both functions? By clarifying the previous questions, it is possible to characterize some specific aspects of a personalistic notion of truth. The adequacy of the intellect to the reality of Thomist philosophy is enriched by the integral experience of man as a methodological key. Therefore, it is possible to propose a notion of personalistic truth as the adaptation of the person to himself through action, committing not only the intellect, but the whole person in its unity and complexity.
Según el pensamiento filosófico de Karol Wojtyla, la persona es una realidad irreductible reconocida como un “alguien”. Precisamente, el hecho de que sea irreductible hace posible que se nos dé en la experiencia y que podamos dar cuenta de ella. La acción es el dinamismo más específico mediante el cual la persona se manifiesta y se realiza como tal. Esta realización es inseparable de la moralidad. Solamente la persona se realiza en tanto persona mediante acciones moralmente buenas. Como hipótesis de trabajo nos preguntamos: ¿en qué sentido, el correlato entre conciencia moral y verdad es decisivo en la realización de la persona mediante la acción? El enfoque de esta investigación es antropológico y ontológico, por tanto, se tomaría esta dirección: ¿de qué manera el correlato entre conciencia moral y verdad involucra en la acción a las estructuras ontológicas de la persona: “el hombre actúa” y “suceder en”? Para abordar la cuestión anterior es importante asumir la siguiente dificultad: ¿cómo dar cuenta de la relación de estas estructuras en el interior de la persona a pesar de que se actualizan en direcciones opuestas? Mediante la trascendencia y la integración -funciones vinculadas estrechamente-, la persona decide sobre sí misma y se perfecciona moralmente, siendo capaz de hacer participar su dinamismo psicosomático (“suceder en”) de la acción. Por tanto, ¿en qué sentido el correlato entre conciencia moral y verdad orienta la realización de ambas funciones? Al aclarar las preguntas anteriores es posible caracterizar algunos aspectos específicos de una noción de verdad personalista. La adecuación del intelecto a la realidad de la filosofía tomista, es enriquecida por la experiencia integral del hombre como clave metodológica. Por tanto, es posible plantear una noción de verdad personalista como la adecuación de la persona a sí misma mediante la acción, comprometiendo no sólo al intelecto, sino a toda la persona en su unidad y complejidad.
