Mastitis continues to be the most common and costly disease of dairy cattle worldwide. It exists wherever cows are found, yet there is no doubt that there is not a single herd of dairy cattle anywhere, no matter how large, that is absolutely free from this disease. Mastitis is generally the end result of the interaction of microorganisms as the causative agents, the cow as the host, and the environment that may influence the cow and the microorganisms (National Mastitis Council, 1998; Philpot and Nickerson, 1992). Mastitis has probably been recognized since man domesticated the cow. In the many thousands of years that followed and despite all scientific advancement, it remains in many dairy herds. It is estimated that one third of all dairy cows are affected by any form of mastitis in one or more quarters (Philpot and Nickerson, 1992). In daily herd management, the farmer sees only the tip of the iceberg. By dealing with obvious clinical cases and ignoring cases of subclinical mastitis, which is the most common and causes the most losses because the condition is widely spread in dairy cattle (The New Zealand Farmer, 1978). Pineda (1999), carried out the bleach test in 36 stables and 6 artisanal milk processing plants, to determine the rate of mastitis at the stable level and found that 61% of the evaluated population (22 stables) have mastitis problems, either clinical or subclinical. The remaining 39% had negative grades, which showed that they did not have mammary gland infection at the time of sampling. The 6 milk processing plants presented results of first grade (+).
La mastitis continúa siendo la enfermedad más común y costosa que padece el ganado lechero en el mundo entero. Existe donde quiera que hallan vacas, sin embargo, no cabe duda que no hay un solo rebaño de ganado lechero en cualquier parte, sin importar su tamaño, que esté absolutamente libre de este mal. Mastitis es generalmente el resultado final de la interacción de los microorganismos como agentes causales, la vaca como huésped, y el medio ambiente que puede influir en la vaca y en los microorganismos (National Mastitis Council, 1998; Philpot y Nickerson, 1992). La mastitis probablemente ha sido reconocida desde que el hombre domesticó la vaca. En los muchos miles de años siguientes y a pesar de todo el avance científico, permanece en muchos hatos lecheros. Se estima que un tercio de todas las vacas lecheras están afectadas por cualquier forma de mastitis en uno o más cuartos (Philpot y Nickerson, 1992). En el manejo diario del rebaño, el ganadero ve solamente la punta del iceberg. Al hacerle frente a casos clínicos obvios y pasar por desapercibida los casos de mastitis subclínicos, siendo ésta la más común y la que causa la mayor parte de las pérdidas debido a que la condición es extensamente propagada en el ganado lechero (The New Zealand Farmer, 1978). Pineda (1999), realizó la prueba de lejía en 36 establos y 6 plantas artesanales procesadoras de leche, para determinar el índice de mastitis a nivel de establo y encontró que el 61% de la población evaluada (22 establos) tienen problemas de mastitis, ya sea clínica o subclínica. Los 39% restantes presentaron grados negativos lo que mostró que no tenían infección de la glándula mamaria al momento de la toma de muestras. Las 6 plantas procesadoras de leche presentaron resultados de primer grado (+).
