Essential acids have been part of our diet since the beginning of human life. In the last 20 years, much research has been done on the metabolism of polyunsaturated fatty acids, mainly omega-3 fatty acids, which were first discovered in 1970 when Danish doctors observed that Greenland Eskimos had an incidence exceptionally low risk of heart disease and arthritis, despite consumption of a high-fat diet (Simopoulos, 1999; Daley et al., 2010). Currently they are used as supplements or supplements in the diet for different purposes, among them are: improving blood circulation by reducing the amount of cholesterol, improving the immune response, reducing arthritis problems, among others (Nettleto, 1991 ; Simopoulos, 1999). However, being essential fatty acids (Nettleto, 1991), the beneficial effects of their consumption could be reflected in other physiological aspects such as the different processes involved in reproduction. Plasma membranes are known to be made up of different fatty acids, in addition to proteins and cholesterol (Penny et al., 2002), so that the addition of omega-3 contained in fish oil could improve the quality of fish. plasma membranes of both male and female gametes and consequently improve embryonic quality. In rabbits, the supply of essential fatty acids occurs through the consumption of forage (vegetables), and due to changes in the production systems from extensive to intensive, greater nutritional contributions are required to cover said demand (Lleonart, 2005).
Los ácidos esenciales han sido parte de nuestra dieta desde el comienzo de la vida humana. En los últimos 20 años se han realizado muchas investigaciones sobre el metabolismo de los ácidos grasos poliinsaturados, principalmente de los ácidos grasos omega-3, los cuales fueron descubiertos por primera vez en 1970 cuando los médicos daneses observaron que los esquimales de Groenlandia tenían una incidencia excepcionalmente baja de la enfermedad cardiaca y artritis, a pesar del consumo de una dieta alta en grasas (Simopoulos, 1999; Daley et al., 2010). En la actualidad se emplean como suplementos o complementos en la dieta con diferentes fines, entre ellos se encuentran: el mejorar la circulación sanguínea al reducir la cantidad de colesterol, mejorar la respuesta inmunitaria, reducir los problemas de artritis, entre otros (Nettleto, 1991; Simopoulos, 1999). Sin embargo, al tratarse de ácidos grasos esenciales (Nettleto, 1991), los efectos benéficos por el consumo de éstos podrían verse reflejados en otros aspectos fisiológicos tales como los diferentes procesos involucrados en la reproducción. Se conoce que las membranas plasmáticas están constituidas por diferentes ácidos grasos, además de proteínas y colesterol (Penny et al., 2002), de tal manera que la adición de los omega-3 contenidos en el aceite de pescado podrían mejorar la calidad de las membranas plasmáticas tanto de los gametos femeninos como los masculinos y en consecuencia mejorarían la calidad embrionaria. En los conejos el aporte de ácidos grasos esenciales ocurre mediante el consumo de forrajes (vegetales), y debido a los cambios en los sistemas productivos de extensiva a intensiva se requiere de mayores aportes nutricionales para lograr cubrir dicha demanda (Lleonart, 2005).
