The armed uprising of the Zapatista National Liberation Army, which occurred on January 1, 1994, had a far-reaching impact on public opinion both in our country and in other parts of the world. Proof of this is the large number of newspaper articles published in the first months of 1994, as well as the different mobilizations of citizens that occurred in various states of the country. Of course, intellectuals, academics, and social scientists were no exception, since to date they have contributed a large number of opinion articles and research to explain and learn about the EZLN. Undoubtedly, we rarely stop to reflect on contradictions as obvious and serious as the one observed by Andrés Aubry. It is paradoxical to invest time and resources to investigate the reality of the indigenous communities of Chiapas, but limit the circulation of research results to a tiny sector of society, thus further accentuating the division between a sector of intellectuals, whether they are academics or University students mainly, and the bulk of the population marginalized from access to a broad culture, in this case the communities, which curiously are the object of study and subjects of their history, but never participants in the design and product of social research on themselves. .
El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ocurrido el primero de enero de 1994, tuvo un impacto trascendental en la opinión pública tanto de nuestro país como de otras partes del mundo. Una prueba de ello es la gran cantidad de artículos periodísticos publicados en los primeros meses del año de 1994, así como las diferentes movilizaciones de ciudadanos ocurridas en varios estados del país. Desde luego que los intelectuales, académicos y científicos sociales no fueron la excepción, pues hasta la fecha han aportado una gran cantidad de artículos de opinión e investigaciones para explicar y conocer al EZLN. Sin duda, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre contradicciones tan evidentes y graves como la observada por Andrés Aubry. Resulta paradójico invertir tiempo y recursos para investigar la realidad de las comunidades indígenas chiapanecas, pero limitar la circulación de los resultados de las investigaciones a un sector minúsculo de la sociedad, acentuando así aún más la división entre un sector de intelectuales, ya sean académicos o estudiantes universitarios principalmente, y el grueso de la población marginada del acceso a una cultura amplia, en este caso las comunidades, que curiosamente son objeto de estudio y sujetos de su historia, pero nunca partícipes del diseño y producto de las investigaciones sociales sobre ellas mismas.