The history of Mexico in the last two centuries has been marked by difficult relations and the struggle for power between the Catholic Church and the State; This conflict had one of its great expressions in the first half of the 20th century with religious persecution by the Callista government, which culminated in an armed movement known as La Cristiada. With the promulgation of the Constitution of 1917 and later with the application of articles 3, 5, 24, 27 and 130, the Church came under the tutelage of the Government and excluded from the new public companies of the State, since the plan that rulers had for the emerging country considered the interference of said institution in the political affairs of the nation improper. These articles made religious education impossible in schools, prohibited the establishment of monastic orders, disabled their right to own real estate, granted broad powers to the Government to interfere in religious affairs, but above all, they reduced the ministry of the priesthood to a simple profession supervised by the State. Under these circumstances and in anticipation of the future, the Church sought to strengthen Catholics by founding religious groups that would train men and women within moral and Christian precepts, organizing Eucharistic congresses and social weeks that would encourage Social Action for, if events like this determined, come out in defense of the Institution.
La historia de México de los últimos dos siglos ha estado marcada por las difíciles relaciones y la lucha de poder entre la Iglesia católica y el Estado; dicho conflicto tuvo una de sus grandes expresiones en la primera mitad del siglo XX con la persecución religiosa por parte del gobierno Callista, que culminó en un movimiento armado conocido como La Cristiada. Con la promulgación de la Constitución de 1917 y más tarde con la aplicación de los artículos 3º, 5º 24º, 27º y 130º, la Iglesia quedó bajo la tutela del Gobierno y excluida de las nuevas empresas públicas del Estado, ya que el plan que los gobernantes tenían para el país emergente consideraba impropia la injerencia de dicha institución en los asuntos políticos de la nación. Dichos artículos imposibilitaban la enseñanza religiosa en las escuelas, prohibían el establecimiento de órdenes monásticas, incapacitaban su derecho de poseer bienes raíces, otorgaban amplias atribuciones al Gobierno para inmiscuirse en los asuntos religiosos, pero sobre todo, redujeron el ministerio del sacerdocio a una simple profesión supervisada por el Estado. Bajo dichas circunstancias y en previsión del futuro, la Iglesia buscó fortalecer a los católicos fundando agrupaciones religiosas que formaran a hombres y mujeres dentro de los preceptos morales y cristianos, organizando congresos eucarísticos y semanas sociales que alentaran la Acción Social para, si los acontecimientos así lo determinaran, salir en defensa de la Institución.
