After its founding, the city of Valladolid lived difficult times, it was not until the early eighteenth century, when it began to feel an economic, social and cultural boom, thanks to the arrival of Spaniards, including those from the Basque provinces. This thesis studies a small group of Basque families who settled in Valladolid, among which are the Yriarte, Michelena, Pagola, Napal, and Labarrieta Sagasola, who for the second half of the eighteenth century, enjoyed a prosperity and social status that facilitated their position among the leading merchants of the whole Province. These families highly valued solidarity and a sense of belonging that would be applied to achieve their life project. To these values they added marriages to important families already established allowing them to integrate into the local elite of merchants, who were also responsible for managing the main religious and civil cases. These families also filled positions within the civil council and ecclesiastical. Their wealth allowed them to purchase and exchange luxury items, both for person gain and decoration for their homes. Also, their stores are discussed, not from an economic point of view but form the research of their inventory and spatial conditions. These Basques managed to build magnificent stores and luxurious domestic spaces. Their homes also functioned as social gathering spaces where the owners would entertain guest and show off all of their wealth and status. The vast inventory of luxury goods they would have on display would basically be sufficient to make their good taste evident and function as a “business card”.
Después de su fundación, la ciudad de Valladolid vivió momentos de dificultades, no fue sino hasta principios del siglo XVIII, cuando se comenzó a sentir un despegue económico, social y cultural, gracias al avecindamiento de peninsulares, entre ellos los provenientes de las provincias vascongadas. En esta tesis se estudia a un pequeño grupo de familias vascas que se establecieron en Valladolid, entre los que están los Yriarte, Michelena, Pagola, Napal, Sagasola y Labarrieta, quienes para la segunda mitad del siglo XVIII, gozaban de una prosperidad y un estatus social que les facilitó posicionarse entre los principales comerciantes de toda la Provincia. Estas familias se caracterizaban por tener ciertos valores como la solidaridad y el sentido de pertenencia que serían aplicados para lograr su proyecto de vida. Para ello se basaron de medios como el emparentar con aquellas familias importantes ya establecidas y, así, integrarse a la elite local de comerciantes, quienes fueron los encargados de manejar los principales asuntos tanto religiosos como civiles, al desempeñar puestos dentro del cabildo civil y eclesiástico. Su riqueza les permitió y a la vez les exigió la venta y adquisición de objetos suntuarios, tanto para el adorno de su persona, como de sus hogares. También se analizan sus comercios, no desde la economía sino desde los espacios y los objetos. Estos vascos lograron lucir grandiosos espacios domésticos y adquirir bienes suntuarios, ya que la casa, además de ser el lugar donde se desarrollaba la vida privada y familiar de quienes la habitaban, era también el escenario de la vida social y la forma en la que el dueño se presentaba ante la comunidad. A través de los bienes suntuarios que se encontraban en cada una de las habitaciones, se hacía patente la condición y el “buen gusto”, era podríamos decir su “tarjeta de presentación”.