The now called Cristero movement, which began after the arrival of Plutarco Elías Calles to the presidency of Mexico in 1924, is a period that marked the history of the country in more ways than one. In the first instance it determined the new relations between the Church and the State; however, it was not the only thing that caused it, since it also decreed the proceeding of faith in the believing society, and one might think that the clash between these two institutions and the limitation to ecclesiastical work would have weakened the ideological structure established by the Church until that moment in the national territory. But on the contrary, the Mexican episcopate knew how to take advantage of their circumstances and generated a new religious effervescence using the loss of life, because of those persecuted in the movement, as an attraction tool naming them martyrs, blessed and saints. In general terms, this work is aimed at taking a look at this period of history and observing the configuration of these figures as representative for the Church as the martyrs are. Divided into three chapters, this work approaches, in the first instance, the elements that generated a conflict of this magnitude; in a second point, the text focuses in a more regional sense, in seeing the beginning of the armed revolt as such and delimiting it to a specific space as it is in the case of Michoacán, the areas of greatest conflict and also the response from the episcopate to the actions undertaken by the government until reaching the point of the agreements taken by the two institutions to establish a period of peace.
El ahora llamado movimiento cristero, que inició tras la llegada de Plutarco Elías Calles a la presidencia de México en 1924, es un periodo que marcó la historia del país en más de un sentido. En una primera instancia determinó las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado; sin embargo, no fue lo único que provocó, ya que también decretó el proceder de la fe en la sociedad creyente, y se podría pensar que el choque entre estas dos instituciones y la limitación a la labor eclesiástica habría dejado debilitada la estructura ideológica establecida por la Iglesia hasta ese momento en el territorio nacional. Pero, por lo contrario, el episcopado mexicano supo aprovechar sus circunstancias y generó una nueva efervescencia religiosa utilizando la pérdida de vidas, a causa de los perseguidos en el movimiento, como una herramienta de atracción nombrándolos mártires, beatos y santos. En términos generales, el presente trabajo está encaminado a dar un vistazo a este periodo de la historia y observar la configuración de estas figuras tan representativas para la Iglesia como lo son los mártires. Dividido en tres capítulos, este trabajo se acerca, en primera instancia, a los elementos que generaron un conflicto de esta magnitud; en un segundo punto, el texto se enfoca en un sentido más regional, en ver el inicio de la revuelta armada como tal y delimitarlo a un espacio determinado como lo es en el caso de Michoacán, las zonas de mayor conflicto y así mismo la respuesta del episcopado a las acciones emprendidas por el gobierno hasta llegar el punto de los acuerdos tomados por las dos instituciones para establecer un periodo de paz.
