Recognizing and admiring the environment in which we reside is fundamental to our identity as social beings. Indaparapeo has been present in the history of Mexico since pre-Hispanic times, recognized as Andahparapeo town of the east, located within the Kingdom of Michoacán, made up of Matlazincas, Otomi and Tarascans, standing out for their skill in the art of war. The Spanish conquest went beyond the military, this phenomenon had an ecological, dietary and population impact, the Spaniards molded the indigenous structures that existed upon their arrival in such a way that they positioned themselves at the top of Mesoamerica, creating political, economic and legal institutions that supported their territorial dominion. The commission of the Indaparapeo region was granted to Gaspar Morcillo who, together with his descendants, would be in charge of supervising the evangelization of the inhabitants of the same, in charge of the secular clergy. The endowment of land through land grants in caballerias de tierra and cattle sites were shaping the terroir for the birth of haciendas, agricultural production, as well as disputes for the possession of land and natural resources. The Indaparapeo region witnessed the genesis of the agricultural companies that were part of the economy of the Michoacan capital during the seventeenth century, standing out for its contribution to cereals, due to its geographical location endowed with valleys, rivers and fertile lands, among the properties In rural areas we find the hacienda of the Naranjos, the Tepacua, Chapitiro, Tzintzimeo, the Remedios, Cuengo, Zacapendo, Queréndaro and San Bartolomé to mention the most representative, whose owners were Spanish, Creole, mestizo and ecclesiastical. The commercial importance of the region, in addition to the production of its estates, was its proximity to the Real de Minas de Otzumatlán and the crossing of the 2 royal roads from Mexico City to Valladolid, whose strategic position gave it a fundamental role in colonial history.
Indaparapeo formado parte de la historia de México desde la época prehispánica, reconocido como Andahparapeo pueblo del oriente, ubicado en el Reino de Michoacán, conformado por matlazincas, otomíes y tarascos, destacando por su habilidad en el arte de la guerra. La conquista española fue más allá de lo militar, dicho fenómeno tuvo un impacto ecológico, dietético y poblacional, los españoles moldearon las estructuras indígenas que existían a su llegada de manera que se posicionaron en la cima de Mesoamérica, creando instituciones políticas, económicas y jurídicas que respaldaban su dominio territorial. La encomienda de Indaparapeo le fue otorgada a Gaspar Morcillo que, junto con su descendencia se encargaron de supervisar la evangelización de los habitantes de la misma, a cargo del clero secular. La dotación de tierras mediante las mercedes de tierras en caballerías de tierras y sitios de ganado fueron moldeando el terruño para el nacimiento de las haciendas, la producción agrícola, así como las disputas por la posesión de la tierra y los recursos naturales. La comarca de Indaparapeo fue testigo de la génesis de las empresas agrícolas que formaron parte de la economía de la capital michoacana durante el siglo XVII, destacándose por su contribución cerealera, debido a su ubicación geográfica dotada de valles, ríos y tierras fértiles, entre las propiedades rurales encontramos a la hacienda de los Naranjos, la Tepacua, Chapitiro, Tzintzimeo, los Remedios, Cuengo, Zacapendo, Queréndaro y San Bartolomé por mencionar a las más representativas, cuyos propietarios fueron españoles, criollos, mestizos y eclesiásticos. La importancia comercial de la comarca, además de la producción de sus haciendas, fue su cercanía con el Real de Minas de Otzumatlán y el cruce de los 2 caminos reales proveniente de la Ciudad de México a Valladolid, cuya posición estratégica le otorgó un papel fundamental en la historia colonial.
