Neoliberalism, as a time since the 1980s, which has shaped a network of relations of domination around the political project that stipulates the free market economy as the guiding axis of society, has impacted the structure of the working class to from two main axes. On the one hand, a generalized vulnerability of industrial workers, the product of new strategies for organizing work processes; of its reduction, dispersion and disaggregation from the workplace; In addition to a low autonomous union density. At the same time, that a deregulation of the world of work has been consolidated, through a new flexible contractual model - in terms of definition of salaries, forms of hiring, versatility of functions and delimitation of working days - and its expression in legal reforms, which have increased the asymmetry of power between companies and workers. In this historical context, the Mexican Union of Electricians has developed a peculiar resistance work force against neoliberalism, which has enabled its permanence more than one hundred years after its foundation and ten years after the extinction of the Luz y Fuerza del Centro company. Thus giving rise to specific results, such as the preservation of their union despite the forced separation of their labor matters and the liquidation of their collective labor contract. Or also the cancellation of the 1999 presidential initiative, which proposed modifying articles 27 and 28 of the Constitution to allow the participation of private companies in the sector of the national electricity sector.
El neoliberalismo, como época gestada desde la década de 1980, que ha configurado un entramado de relaciones de dominación en torno al proyecto político que estipula a la economía de libre mercado como eje rector de la sociedad, ha impactado la estructura de la clase obrera a partir de dos ejes principales. Por una parte, una vulnerabilidad generalizada de los trabajadores industriales, producto de nuevas estrategias de organización de los procesos de trabajo; de su reducción, dispersión y desagregación desde el sitio de trabajo; además de una baja densidad sindical autónoma. Al mismo tiempo, que se ha consolidado una desregulación del mundo del trabajo, a través de un nuevo modelo contractual flexibilizado –en cuanto definición de salarios, formas de contratación, polivalencia de funciones y delimitación de jornadas- y su expresión en reformas de carácter jurídico, que han incrementado la asimetría de poder entre empresas y trabajadores. En ese contexto histórico, el Sindicato Mexicano de Electricistas ha desarrollado una peculiar fuerza obrera de resistencia frente al neoliberalismo, que ha posibilitado su permanencia a más de cien años de su fundación y a diez de la extinción de la empresa Luz y Fuerza del Centro. Dando lugar así a resultados específicos, como la preservación de su sindicato a pesar de la separación forzada de su materia de trabajo y la liquidación de su contrato colectivo de trabajo. O también la cancelación de la iniciativa presidencial de 1999, que planteó modificar los artículos 27 y 28 constitucionales para permitir la participación de empresas privadas en el sector el sector eléctrico nacional.
