In recent years we have seen a spike in the number of studies on the journeys of psychoanalysis in Mexico . The particularity of the work is that the interest in this story comes precisely from the psychoanalytic field . In August 2011 we had the opportunity to attend an event that brought together several psychoanalysts , assigned to the different currents that have been present in our country to date. Museum of Leon Trotsky House provided a platform for these professionals reflection on the historical development and diversification of its practice.1 Although the debate was not opened at least in public, the atmosphere was charged with tension, reminiscent ghosts of a past that is updated in their encounters . Units of psychoanalysts showed signs of difficulty experienced when meditating about the struggles , disqualifications and idealizations defining ties . There were those who burst into tears when sharing their experiences, others rescued the heroic deeds of the founders, also those who criticized the lack of methodological rigor of the stories shaped by his colleagues , and those who simply gave up to the temptation to assume a role of historian. No lack of mutual accusations of betraying the legacy of Freud and close his ears to the innovations of the culture of our time, requiring continuing down the path of research Sigmund Freud began in the nineteenth century.
En los últimos años hemos observado un repunte en la cantidad de estudios sobre los recorridos del psicoanálisis en México. La particularidad de los trabajos radica en que el interés por esta historia procede precisamente del campo psicoanalítico. En agosto del 2011 tuvimos la oportunidad de asistir a un evento que reunió a varios psicoanalistas, adscritos a las distintas corrientes que han tenido presencia en nuestro país hasta la fecha. El Museo de la Casa León Trotsky sirvió de plataforma para la reflexión de estos profesionales sobre el desarrollo histórico y diversificación de su práctica.1 A pesar de que no se abrió el debate por lo menos en público– el ambiente estaba cargado de tensión, reminiscencia de los fantasmas de un pasado que se actualiza en sus encuentros. Las participaciones de los psicoanalistas mostraron indicios de la dificultad que experimentan a la hora de meditar acerca de las pugnas, descalificaciones e idealizaciones que definen sus lazos. Hubo quienes estallaron en llanto al momento de compartir sus experiencias, otros que rescataron las gestas heroicas de los fundadores, también quienes criticaron la falta de rigor metodológico de las historias plasmadas por sus colegas, y quienes simplemente desistieron a la tentación de asumir un rol de historiador. No faltaron las acusaciones mutuas de traicionar el legado de Freud y de cerrar los oídos a las novedades de la cultura de nuestro tiempo, que exigen continuar por el camino de la investigación que iniciara Sigmund Freud en el siglo XIX.
