The objective gaze of modernity has caused the body to be split from the «human» and become a sort of burden or limitation. The modern subject believes that "his humanity" resides in or is the effect of reason and that the body is an obstacle (that must overcome, or at least silence, control or hide). Contemplates the world and things from a disembodied perspective. He is a bodyless being. Musical interpretation does not escape the contempt for subjectivity, sensitivity and corporality. The musical performer is seen (and determined) from a rational sight. By circumscribing the body to a particular definition, the comprehension of the musical performer remains, therefore, unfinished. The body appears as an attached or secondary element. In the present work it is argued that the body of the musical performer brings various modes of unintended meanings to the musical interpretation. This paper argues that the body of the musical performer provides various ways of being body that are presented in the form of four types of synthesis (time, space, senses, body). Through the syntheses, the body accesses the nascent state of meaning, enters a thoughtless, antepredicative stratum, assists the very generation of meaning in which the unintended senses emerge. The musical interpretation is body expressivity. In the research it is ponder, based on phenomenological method and merleau-pontyan philosophy, the phenomenological body of the performer and his contributions to musical interpretation. It is tried to restore the body role and understand its possibilities, demarcate the performer from the musical structure and comprehend how the body experience influences the interpretive enigma. To realize what the body provides, it is described how it is, how it perceives, how it behaves and how it relates to the musical instrument.
La mirada objetivante de la modernidad ha provocado que el cuerpo sea escindido de «lo humano» y se convierta en una especie de lastre o limitación. El sujeto moderno estima que «su humanidad» reside en o es efecto de la razón y que el cuerpo es un obstáculo (que debe superar, o al menos, silenciar, controlar u ocultar). Contempla el mundo y las cosas a partir de una perspectiva descorporeizada. Es un ser sin cuerpo. La interpretación musical no escapa al desdén por lo subjetivo, lo sensible y lo corpóreo. El intérprete musical es visto (y determinado) a partir de un enfoque racional. Al circunscribir el cuerpo a una definición particular, la comprensión del intérprete queda, por tanto, inconclusa. El cuerpo aparece como un elemento adjunto o secundario. En el presente trabajo se sostiene que el cuerpo del intérprete musical aporta diversos modos de sentidos no intencionales a la interpretación musical. Diversos modos que se presentan en forma de cuatro tipos de síntesis (tiempo, espacio, sentidos, cuerpo). Mediante las síntesis, el cuerpo accede al estado naciente de sentido, se adentra en un estrato irreflexivo, antepredicativo, asiste a la generación misma de sentido en la que afloran los sentidos no-intencionales. La interpretación musical es expresividad corporal. En la investigación se reflexiona, a partir de la filosofía merleau-pontyana, sobre el cuerpo fenomenológico del intérprete y sus aportaciones a la interpretación musical. Se intenta reivindicar el papel de la corporalidad y comprender sus posibilidades, deslindar al intérprete de la estructura musical y entender cómo influye la experiencia corporal en el enigma interpretativo. Para comprender qué aporta el cuerpo, se describe cómo es, cómo percibe, cómo se comporta y cómo se relaciona con el instrumento musical.
