Un elemento fundamental en la tierra es el agua, ya que cubre un 71% de la superficie del planeta que representa el 1.3 por mil del volumen total del globo terrestres. El mar forma una capa muy delgada de 4 Km de profundidad media en relación al radio de la tierra (6, 371 Km), mientras que la capa integrada por los sistemas epicontinentales (0.5-1,500 m) es menor comprada con el promedio oceánico (De la Lanza y García, 2002). Es decir que el 97% del agua se encuentra en los océanos, mientras que el 2% representa la fracción del agua epicontinental. Lo anterior adquiere importancia ya que del agua continental depende el desarrollo de la vida terrestre, sin embargo; está no se encuentra homogéneamente distribuida tanto en calidad como en cantidad (Gutiérrez, 1998). La progresiva demanda de agua para el desarrollo de las actividades humanas es cerca del 75% de la población humana que se concentra en países y regiones donde solo existe el 20% de la disponibilidades de agua. Por lo que las reservas de agua se encuentran bajo una fuerte presión debido al aumento de población mundial, aumento estimado en un 40% sobre la población actual, y de acuerdo a las Naciones Unidas en los próximos 25 años de 6,000 millones de habitantes se incrementara hasta 8,300 millones de habitantes (Izázola, 2001); el problema es aun más grave si se considera el deterioro de los ríos y lagos alrededor del mundo como resultado de la contaminación, además la escasez de agua por el cambio climático (Toledo, 2002
Un elemento fundamental en la tierra es el agua, ya que cubre un 71% de la superficie del planeta que representa el 1.3 por mil del volumen total del globo terrestres. El mar forma una capa muy delgada de 4 Km de profundidad media en relación al radio de la tierra (6, 371 Km), mientras que la capa integrada por los sistemas epicontinentales (0.5-1,500 m) es menor comprada con el promedio oceánico (De la Lanza y García, 2002). Es decir que el 97% del agua se encuentra en los océanos, mientras que el 2% representa la fracción del agua epicontinental. Lo anterior adquiere importancia ya que del agua continental depende el desarrollo de la vida terrestre, sin embargo; está no se encuentra homogéneamente distribuida tanto en calidad como en cantidad (Gutiérrez, 1998). La progresiva demanda de agua para el desarrollo de las actividades humanas es cerca del 75% de la población humana que se concentra en países y regiones donde solo existe el 20% de la disponibilidades de agua. Por lo que las reservas de agua se encuentran bajo una fuerte presión debido al aumento de población mundial, aumento estimado en un 40% sobre la población actual, y de acuerdo a las Naciones Unidas en los próximos 25 años de 6,000 millones de habitantes se incrementara hasta 8,300 millones de habitantes (Izázola, 2001); el problema es aun más grave si se considera el deterioro de los ríos y lagos alrededor del mundo como resultado de la contaminación, además la escasez de agua por el cambio climático (Toledo, 2002).