During the seventeenth century the New Hispanic church experienced profound changes marked after the ecumenical Council of Trent and ratified by the Third Mexican Provincial Council of 1585, when the reform of the church was established, and the subjection of the doctrine friars to the authority of the prelate, leaving behind the initial period in charge of the religious orders and giving way to the ecclesiastical hierarchy, and the consolidation of the cathedrals, as the guiding of that society. The cathedral of Valladolid in Michoacán was strengthened through the management of Bishop Fray Francisco de Rivera in the period of 1630-1637 since he managed to establish a central power in the bishopric, with the parishioners and mainly with the mendicant orders settled in this jurisdiction, a development that is inserted in a transcendental moment for the colonial Church, after the reforms emanating from the Council of Trent, when the Catholic monarchy made use of all the benefits and prerogatives through the Royal Patronage in the Indies. The bishop of Rivera, first took his featured position, and recognized his supremacy in front of the council, then established discipline inside the diocese immediately recognized his jurisdiction process that led him to optimize the decimal income, showing a positive administration in this church. Finally, the reform was established by the cathedral, when we noticed the decline of the evangelizing action, and the secularization of the parishes, more attention to the cities and towns, period in which the secular clergy was strengthened and increased, taking charge of the parishes within the diocese, we find the creoles were part of the councils, in addition to academics and college students.
Durante el siglo XVII la iglesia novohispana vivió profundos cambios señalados tras el ecuménico Concilio de Trento y ratificados por el Tercer Concilio Provincial mexicano de 1585, cuando se estableció la reforma de la iglesia, y la sujeción de los frailes doctrineros a la autoridad del prelado, dejando atrás el periodo inicial a cargo de las órdenes religiosas y dando paso a la jerarquía eclesiástica, y la consolidación de las catedrales, como ejes rectores de aquella sociedad. La catedral de Valladolid en Michoacán se fortaleció a través de la gestión del obispo fray Francisco de Rivera en el periodo de 1630-1637 ya que logró establecer un poder central en el obispado, con los feligreses y principalmente con las órdenes mendicantes asentadas en esta jurisdicción, desarrollo que se inserta en un momento trascendental para la Iglesia colonial, tras las reformas emanadas del Concilio de Trento, cuando la monarquía católica hizo uso de todos los beneficios y prerrogativas a través del Real Patronato en Indias. El obispo de Rivera, implantó su posición primada frente al cabildo, estableció la disciplina con su cabildo y al interior de la diócesis enseguida reconoció su jurisdicción proceso que lo llevó a optimizar la renta decimal, mostrando una positiva administración en esta iglesia. Finalmente, la reforma fue establecida por la catedral, cuando advertimos el declive de la acción evangelizadora, y la secularización de las parroquias, más atención a las ciudades y villas, periodo en el que el clero secular se fortaleció y aumento, haciéndose cargo de las parroquias al interior de la diócesis, encontramos a los criollos capitulares en las catedrales, además de académicos y colegiales en las universidades.
