La revolución estética de Marcel Duchamp. Los Ready-Made

Abstract

n 1977 an exhibition of the work of Marcel was inaugurated Duchamp in Paris. As if he/she had needed an appropriate building for her, nine years passed from its death until that retrospective one that seemed to require an I build singular and paradoxical. It was the one Cultural polemic Center Georges Pompidou, built on the place that he/she left in the one heart of Paris the one demolished market of you Find Them. The acquaintance popularly as Beaubourg attracted on yes the curiosity, and in some cases the scandal, for its peculiar one design: on the contrary that all building showed the entresijos that all they watched over the one visitor or to the user, the tubes of electric conduction, of the air conditioning, of those pipes, colored of a blue intense and rabid color. In definitive, in front of the facade that it presents, and it hides, to the building, Beaubourg taught its personal affairs returning of the setback the internal structure, making of the conduits that should be zealously hidden the one I mark and the sign of identity. An architectural conception that, at least in that point, embonaba with the mood of Duchamp. In their study parisino of the street Larrey, had Duchamp a very particular door, he/she closed being open and he/she opened up remaining closed. Keeping in mind the disposition of the places, era an intelligent form of solving a concretely access problem between two juxtaposed spaces. He/she had a dimension equally ludic that contradicted the binary habitual logic." And the not wonders if it was a work of art, a functional object or an amusement or if it was a form of challenging our daily logic. That is to say, the same author, "that door continues it has been for me as the typical image of the ambiguity of the works of Duchamp, in their spirit way and of its psychic disposition.

En 1977 fue inaugurada una exposición de la obra de Marcel Duchamp en París. Como si hubiera necesitado un edificio apropiado para ella, pasaron nueve años desde su muerte hasta esa retrospectiva que parecía requerir un edifico singular y paradójico. Era el polémico Centro Cultural Georges Pompidou, construido sobre el lugar que dejaba en el corazón de París el derruido mercado de Les Halles. El conocido popularmente como Beaubourg atrajo sobre sí la curiosidad, y en algunos casos el escándalo, por su peculiar diseño: al contrario que todo edificio mostraba los entresijos que todos ellos velaban al visitante o al usuario, los tubos de conducción eléctrica, del aire acondicionado, de las cañerías, pintados de un intenso y rabioso color azul. En definitiva, frente a la fachada que presenta, y oculta, al edificio, el Beaubourg enseñaba sus interioridades volviendo del revés la estructura interna, haciendo de los conductos que deberían estar celosamente ocultos el marco y la seña de identidad. Una concepción arquitectónica que, al menos en ese punto, embonaba con el talante de Duchamp. En su estudio parisino de la calle Larrey, tenía Duchamp una puerta muy particular, “se cerraba estando abierta y se abría permaneciendo cerrada. Teniendo en cuenta la disposición de los lugares, era una forma inteligente de solucionar concretamente un problema de acceso entre dos espacios yuxtapuestos. Tenía una dimensión igualmente lúdica que contradecía la lógica binaria habitual.” Y se pregunta Thenot si era una obra de arte, un objeto funcional o una diversión o si era una forma de desafiar nuestra lógica cotidiana. Es decir, continúa el mismo autor, “esa puerta ha quedado para mí como la imagen típica de la ambigüedad de los trabajos de Duchamp, de su forma de espíritu y de su disposición psíquica.