Mexico is in a new paradigm with the constitutional reform in human rights of 2011, raising the rights contained in international treaties to constitutional rank. Acoording interpretation and the pro person principle constitute the backbone of constitutional change. Nevertheless, the Supreme Court, as the last interpreter of the Constitution, has been charged with putting a dam on the beacon of treaties and conventions, with the construction of express constitutional restrictions. Although the Inter-American Court of Human Rights uses interpretive methods to elucidate these issues, even with constitutional rules, the Mexican Court has limited its judicial control.
México está en un nuevo paradigma con la reforma constitucional en materia de derechos humanos de 2011, al elevar a rango constitucional los derechos contenidos en tratados internacionales. La interpretación conforme y el principio pro persona constituyen la columna vertebral del cambio constitucional. No obstante, la Suprema Corte como último intérprete de la Constitución, se ha encargado de colocar un dique al faro de los tratados y las convenciones, con la construcción de las restricciones constitucionales expresas. A pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos utiliza métodos interpretativos para dilucidar estas cuestiones, aun con normas de carácter constitucional, el Tribunal mexicano ha limitado su control judicial.