The following is written as a guide and aim to show, through the phenomenological reflections of Max Scheler, that human affective sphere , and the heart as its center, not a dark and unintelligible dimension alogical philosophical thought, as I wanted to see the modern - except some exceptions rationalism , positivism , pragmatism, psychologist , etc., but the reverse; ie the set of passions, emotions and feelings that make up the emotions of a person, not only have a determining knowledge production role , beliefs or valuation of the world to be able to modify our judgments, but also involving a particular judge and evaluate reality mode. With the demonstration of this thesis may be said consecutively that both pain and human suffering are not to be understood as nothing more than mere sensations or states whose content is the human being as empty, subjective and incommunicable by simply I erected within the grounds . Instead, both feelings involve a direction and a well-defined sense, it escapes the look and proceed rationalist understanding but by no means be considered as something illogical in scope - and even plays the realm of the metaphysical and the essential.
El siguiente escrito tiene como guía y objetivo mostrar, a través de las reflexiones fenomenológicas de Max Scheler, que la esfera afectiva humana, y el corazón como su centro, no constituyen una dimensión oscura, lógica e ininteligible para el pensamiento filosófico, tal y como lo ha querido ver el racionalismo moderno –salvo algunas excepciones–, el positivismo, el pragmatismo, el psicologismo, etcétera, sino al revés; es decir, que el conjunto de pasiones, emociones y sentimientos que integran la afectividad de una persona, no sólo poseen un papel determinante para la producción del conocimiento, las creencias o la valoración del mundo por ser capaces de modificar nuestros juicios, sino que además entrañan un modo muy particular de juzgar y valorar la realidad. Con la demostración de esta tesis podrá afirmarse de forma consecutiva que, tanto el dolor como el sufrimiento humano no han de ser entendidos nada más como meras sensaciones o estados cuyos contenidos se muestran al ser humano como vacíos, subjetivos e incomunicables por el simple hecho de erigirse dentro del terreno sentimental. Al contrario, ambos sentimientos entrañan una dirección y un sentido bien definido, mismo que escapa a la mirada y la comprensión del proceder racionalista –aunque no por ello ha de considerarse como algo ilógico– y cuyo alcance toca incluso el terreno de lo metafísico y lo esencial.
